The Neighbors, cuando dices “vaya mierda” y el final te gusta

Cuando se nos presentó la premisa de The Neighbors, esta no nos acabó de convencer. ¿Una familia que se muda a un vecindario lleno de alienígenas? Solo podíamos pensar en “Cosas de Marcianos”, o peor, en “El Inquilino”, esa serie que emitió Antena 3 con Jorge Sanz.  Pero todos los años hay una serie que nos sorprende para bien, y si el año pasado le tocó a Two Broke Girls, este año es el turno de The Neighbors.

No voy a engañar a nadie: la serie es cutre. Con unos aparatos que parecen sacados de películas de marcianos de serie Z, unos alienígenas 3D no muy bien encajados en la escena, y unas viscosidades que parecen la gelatina verde del Carrefour, demuestran que este apartado no está muy bien cuidado. Ni tan solo se salva el vecindario, que se ve a la legua  que es igual de postizo que los aparatos con lucecitas de los aliens. Pero ya que estamos hablando de una comedia y tenemos que juzgarla a nivel de comedia, seamos realistas: la serie funciona.

Si te paras a pensar, una comunidad de alienígenas extravagantes pueden servir para crear situaciones muy cómicas. Es el extremo de la trama ya mil veces usada del “outsider” que tiene que adaptarse a la cultura local pero no termina de encajar, pero el hecho de que sean aliens permite crear muchísimos gags de este tipo sin que las situaciones chirrien demasiado. Y la clave de la serie reside aquí: en una comunidad de aliens que intenta imitar las costumbres de la Tierra sin mucho éxito, y aunque parezca una chorrada, hay que admitir que la fórmula funciona y que el piloto te saca varias carcajadas.

Obviamente esto conlleva un problema, y es que el uso repetitvo de esa fórmula puede cansar y agotarse, así que los guionistas tendrán que estrujarse el cerebro para que la comedia siga sorprendiendo a lo largo de los episodios. De momento han hecho una buena presentación, ahora toca hacer lo más duro: aguantar.

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